Anoche estuve torpe en el éxtasis atlético. La turca que llevaba me despistó e impidió felicitar a los colchoneros que quiero, salvo a uno. Esta mañana, más sereno, me he acordado de mi tío Antonio y de mi primo José. Primero de mi tío, porque fue quien transformó a mi primo (del que todos esperábamos que fuera hincha del Bournemouth o del Southhampton, su primer apellido es Golder) en aficionado del Atleti. Quizá yo pude hacer más para que que este hijo de la corona británica y de mi tía Pepa la republicana, se hiciera madridista. Pero ganó mi tío Antonio, el primer colchonero al que conocí, que en Murcia no es poco. Puede que también influyera que en la persiana de mi abuela, el de los rizos rubios siempre acabara de portero y yo de matador con la camiseta de Hugo Sánchez más sudada de la historia. No he hablado todavía con ellos, y puede que pasen meses hasta que les vuelva a mirar a los ojos, pero me los imagino perfectamente abrazados y felices con esa sonrisa tan Estrella Levante o tan, matemos esa botella de Matusalen. Menos mal que con ellos siempre hay un carnaval pendiente.
Clara es la aficionada menos presumida del Atleti que conozco. Es imposible que se pierda un aquelarre colchonero dentro o fuera del estadio. Casi siempre te la encontrarás en las zonas más populares del campo, es decir, o detrás de la portería, o en la zona de cemento en la que las emociones traspasan a la razón. Porque con Clara y su Atleti jamás hay término medio. Nunca la sorprenderás bailando sobre tu tumba (que alegría que los Siniestro Total suenen en este momento). Y menos, ahora que el ‘cholismo’ ha devorado al ‘tiki taka’, esa forma de jugar que ella ha descrito en cientos de crónicas. Clara llevaba varios días casi en silencio, como hace meses, cuando se acercaba la final de Copa. Tanto, que si le pedías fuego, podía tardar unos segundos en reaccionar. Joder, a ratos parecía Gabi visualizando el partido de anoche. Sé que estuvo en el Calderón, sé que flotó, y sé que, seguramente, casi nadie se dio cuenta.
Roberto es el hincha más presumido del Atleti que conozco, también el más cagón. Hace tiempo que no sé de él. Quizá ha abandonada la banca y por fin es ya un sueco más. Ya me contará. Pero me sorprendió que no reclamara anoche un poco de consuelo antes de la felicidad total. Puede que ya no le haga falta. Pero espero que no olvide nunca las terapias de 2008, cuando repartíamos la revista del club en el Calderón antes de ver a aquel equipo que no le ganaba a casi nadie. Entonces ir a ver jugar al Atleti era casi un acto de caridad, que se lo digan si no a Clara.
Tampoco llamé ni escribí a Andrés de la Poza, el cuarto portero del Atleti (ahora cedido a los villanos), y el reportero que cubre al Atleti en la tele. Pocos lo saben, pero ‘Pousi’, así le llamamos nosotros, es la única persona que ha estado in situ en cinco finales, una de Eurocopa, la del Mundial, dos de Europa League y una de Copa, y ha visto como su equipo las ganaba todas. No estará en Brasil este verano (asunto que me inquieta, aunque a quien realmente debería inquietar es a Del Bosque), quizá por esto me gustaría que Cristina (su mujer y la reportera más valiente e inconsciente que conozco) y Clara, le acompañaran a Lisboa a resucitar al mismísimo Luis Aragonés.
Si Clara es la aficionada menos presumida del Atleti que conozco, Carlos de Frutos es el más discreto. Nunca le verás triste, alegre, enfadado o extasiado, salvo con el fútbol de la villanía y de su atleti. ‘Fruti di mare’, ese es su alias, es una roca. Nos saca diez años a los más viejos, pero podría sostener al resto de los villanos sobre cualquiera de sus cuadriceps. Ayer, cuando salíamos de la tele, su Peugeot rozó el coche de Josele, también colchonero. Estoy seguro de que es la primera vez que tiene un percance automovilístico, pero joder, solo faltaban cuatro horas para que tirara para el Manzanares. No sé cómo habrá quedado ese parte amistoso, pero seguramente hoy no le importe a ninguno de los dos. Eso sí, me hubiera encantado ver a ‘Fruti di mare’ explotar anoche en su butaca del Calderón. De hecho, mirando el partido, fantaseábamos con la posibilidad de que la realización del Plus le cazará borracho de felicidad. Pero ya saben, Carlos es el hincha del Atleti más discreto que conozco.
Seguramente mi memoria se dejará gente por el camino, no a Marta Barroso ni a Rubén Bodiroga, mis antiguos becarios favoritos. Tampoco a Alfredo Benito, el periodista que seguía como reportero de Onda Madrid al Real Madrid de la séptima y octava Champions con una camiseta interior del Atleti. Jamás le oirán o leerán tropezar con las emociones en el ejercicio del oficio, pero sé que como niño que sigue siendo, anoche visualizó en el magnífico partido de fútbol que todos vimos, la justicia poética y política que tanto echa de menos en la vida cotidiana. Me hubiera encantado ver a Natalia observándole con su pose de ‘Mari total’, mientras Alfredo y su perilla clamaban por la tercera república cerca del descuento.
Ya decía unos cuantos párrafos arriba, que la turca me impidió felicitar a los atléticos en su nueva noche favorita, salvo a uno, alias el ‘manguta’, mi sobrino favorito y el hincha que voló de Chamartín hacia el Calderón seducido por el ‘cholismo’ y ese delantero atropellado y feroz que es Diego Costa, y angustiado por la venta Özil al Arsenal. A todos ellos, vosotros, mi más sincera enhorabuena. Pero miradme a los ojos y no os equivoquéis, la décima, la que va después de la novena, la gana el Madrid.